Monday, December 10, 2007

INFARTO AL MIOCARDIO-3a. PARTE

En la UCI, la instrucción principal es que guarde reposo absoluto. Dieta blanda y baja en grasas. Los instrumentos conectados muestran continuamente el estado de varios parámetros vitales. Todas mis actividades deben ser asistidas por un familiar acompañante o una enfermera, incluyendo la comida.
Me toman varias muestras de sangre en diferentes dias para los análisis.
Afortunadamente la evolución es satisfactoria sin ningún evento de peligro.
Así paso desde el jueves por la noche hasta el lunes 22 de octubre al medio dia en que me trasladan a piso.
En esta área la vigilancia es más relajada y el martes ya me autorizan levantarme de la cama y empezar a dar unos pasos alrededor de la misma.
Debo decir que el trato de las enfermeras tanto en la UCI como en piso fué bastante bueno así como la comida. Ya hasta me estaba acostumbrando. Jajajajaja.
Llega el jueves 25 de octubre, los doctores que me atienden consideran que el peligro grave ha pasado y que con los medicamentos que me han recetado debo evolucionar satisfactoriamente ya en mi casa. Pero antes me explican los pasos a seguir en el tratamiento para explicar lo que me sucedió y las posibles opciones de reducir, en lo posible, por lo menos en el corto plazo, la ocurrencia de otro infarto.
Primero me enviarán a un estudio con medicina nuclear (Dipiridamol/Talio)para confirmar cuáles fueron las áreas dañadas e indicar el estado actual del corazón cuando se somete a esfuerzo. Además, según explican los doctores, este estudio reportará la arteria o las arterias que presenten estrechamiento (estenosis) u otro problema que deba corregirse.
Lo anterior va acompañado con indicaciones de cambio de dieta, caminata prácticamente obligatoria y principalmente reducción de estados estressantes para el resto de mi vida. Además, hasta que concluya el tratamiento debo ingerir Metoprolol, Pravastatina y Acido acetilsalicilico.
Segundo, el tratamiento concluye con la decisión de realizar una acción que contemple cateterismo u operación a corazón abierto. Está por definirse.
Hasta aquí todo indica que he logrado sostenerme en este mundo y que, si me cuido, podría vivir muchos años más.Vea estas ligas: http://www.tusalud.com.mx/220404.htm, http://www.cun.es/areadesalud/enfermedades/cardiovasculares/infarto-agudo-de-miocardio/

Sunday, December 02, 2007

INFARTO AL MIOCARDIO 2a. PARTE

Lea la primera parte, antes.
Salimos rumbo al Hospital 36 del Seguro Social con la tarjeta de pase al área de urgencias con la solicitud de un nuevo electrocardiograma. Sigo manejando la camioneta. Llegamos al Hospital, pero no hay lugar para estacionar la camioneta; tengo que buscar en todo alrededor de la manzana. Ha pasado el tiempo, no sé cuanto. Paso enfrente de la oficina, nadie más sabe lo que sucede.
Por fin, encuentro un lugar, estaciono la camioneta y enfilamos a la puerta de urgencias. ¿La hora?, lo ignoro.
En la ventanilla de atención hay una fila como de 4 personas esperando ser atendidas; intento formarme pero creo que el malestar me empuja a buscar a alguien que me atienda algo más rápido. Afortunadamente me coloco en otra ventanilla, de al lado, veo que entra una persona que parece una trabajadora social y le entrego la tarjeta, la lee y se retira unos segundos, regresa y me indica que pase inmediatamente al interior para recibir atención.
Al entrar, inmediatamente una enfermera o doctora, no sé, muy joven me indica que me va a tomar el electrocardiograma al mismo tiempo que me pregunta qué es lo que siento, lo cual le explico. Rápidamente me coloca los electrodos y activa el electrocardiógrafo. Sale la impresión, lo ve, María Eugenia la aborda y le pregunta si hay un doctor que interprete la gráfica impresa. La respuesta es positiva, sale unos momentos y regresa con una doctora que ya trae cara de preocupación e inmediatamente solicita una silla de ruedas y le informa a Ma. Eugenia que yo ya no salgo de ahí y que requiero hospitalización inmediata y que avise a más familares porque mi estado es grave y me desvisten, me ponen una bata y me asignan una cama y aplican suero con otra substancia y me proporcionan oxígeno. Hasta aquí tengo conocimiento de la interacción de MA. Eugenia con la doctora que me atendió.

A mí no me dicen nada sobre el problema que presento pero sí hay un equipo grande en número de personas que bajo las órdenes de la doctora me atienden. Ya canalizado leo el nombre de la doctora Lagunes, es quien tiene la responsabilidad de mi atención.

Una vez en el sitio indicado y canalizado, escucho que la doctora solicita 20 ml de una substancia que no recuerdo su nombre, pero que claramente dice que es un trombolítico. Palabra cuyo significado no supe en ese momento. Lo importante aquí es que escuché que no tenían, por lo que despacharon a alguien a comprarlo, eso creo.

Durante la espera las enfermeras y la doctora me hacen todo tipo de comentarios y preguntas. La mayoría con carácter chusco y relajantes; de tal modo que transcurre el tiempo de manera bastante agradable aún bajo las condiciones en que me encontraba. Bueno, hasta hicieron que me carcajeara en un momento dado ya que la doctora se permitió la licencia de cantar "cama que más aplauda, cama que mas aplauda, le mando, le mando la niña". Y así, por el estilo. Eso no parecía la atención a un enfermo grave.

No sé cuanto tiempo de espera transcurrió; al fin, llegó el frasco con la substancia requerida. Inmediatamente la doctora le solicita a su asistente que programe la bomba electrónica dosificadora para que abastezca los 2o ml en 20 minutos. Sin embargo, había que superar otro obstáculo, la bomba no funcionó. De hecho, no funcionó nunca después de varios intentos. El tiempo seguía corriendo en contra mía. Como unas 5 asistentes más querían ayudar y nada.

Por fin, al ver que la bomba no funcionaba, la doctora se pone algo nerviosa y solicita que todas las enfermeras que no tienen una función específica en mi atención que se se retiren y le ordena a su asistente principal que la programación la haga de forma tradicional. En forma manual.

Nuevamente, no tengo la menor idea del tiempo transcurrido desde que llegué hasta que empieza el goteo de líquido trombolítico. ¿La hora?. Aunque he estado consciente, es una incógnita.

Inicia el goteo, la enfermera me comenta que a los 20 minutos debo sentir un calor que me va a recorrer los pies y debe desaparecer la molestia del pecho. Ella y la doctora llevan el conteo de los minutos.

De pronto, escucho que la doctora se dirige a su asistente y le solicita que acerque y tenga a la mano el "carrito rojo"; veo que se retira la enfermera asistente y regresa a los pocos segundos con el carrito mencionado. Cuando lo ví, decubrí que no es otra cosa que el equipo utilizado para dar electroshocks. Los que se ven en la televisión reviviendo gente con problemas de paros cardíacos.

Hasta ese momento no tenía ninguna idea sobre la gravedad de mi estado. Pero cuando ví el carrito sí pensé que algo grave me podía pasar, tan grave como morir. Ante tal eventualidad no pensé muchas cosas. Sólo me dije, creo que hasta aquí llegué; es probable que ya no salga de aquí, ni modos.

Exactamente con la última gota y a los 20 minutos, cierran el goteo y en efecto siento recorrer por mis pies una sensación de calor y al mismo tiempo el dolor del pecho se desvanece. Pero nadie se separa de mí.

La doctora y las diferentes enfermeras que pasan cerca me animan y siguen diciendo bromas; yo también les digo de cosas y todos nos reímos.

Me retiran el frasco del trombolítico y continúa el oxígeno y el suero con otras substancias. Ya después me enteré que eran substancias dilatadoras de venas y también dilatadoras de sangre. Hasta el momento todo transcurre sin más complicaciones, no hay necesidad de usar el carrito.

Me dicen que permaneceré encamado hasta que llegue el cardiólogo que tomará mi caso. El cardiólogo llegó posteriormente. Observo que dialoga con la doctora Lagunes. Hay caras serias. Pasa el tiempo. Siguen hablando. En algún momento se acerca el cardiólogo y me pregunta como me siento y en seguida me entero de lo que me había sucedido. Le contesto que me siento bien y que si ya me puedo retirar. Ha pasado por un infarto al miocardio y es Ud. afortunado al no tener complicaciones. Estas palabras me inquietan al tener ahora consciencia de lo sucedido y a la vez me reconfortan porque no ha pasado a más. Las siguientes 72 horas son cruciales para su evolución, por lo tanto, lo tendremos en observación permanente en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Nada de que se va Ud. a su casa.

Sigo ausente de las horas. Estoy en observación en urgencias hasta que deciden trasladarme a la UCI. Me conectan muchos cables y mangueras que poco a poco iré descubriendo su función. Como en Dr. House.

Afortunadamente, hasta este momento no hay complicaciones y se cierra esta etapa. Es jueves por la tarde. No puedo precisar la hora. Creo que ya es algo tarde porque sólo Ma. Eugenia puede entrar a la UCI. Supongo que ya pasan de las 8 de la noche. Ya no hay visitas familiares. Sigue en la tercera parte. Vea esta liga: http://www.abcmedicus.com/articulo/pacientes/id/7/pagina/1/infarto_corazon.html

Friday, November 23, 2007

INFARTO AL MIOCARDIO-1a. parte

Jueves 18 de octubre de 2007, 6:45 am, estoy bañado y vestido con la ropa de trabajo y dispuesto para empezar a desayunar. De pronto, un dolor agudo en la zona central del pecho; como un rectángulo horizontal de 10 cm, me doblo ligeramente y empiezo a sudar de manera copiosa. Pasan unos minutos, Ma. Eugenia me ofrece dos sal de uvas y me las tomo. No sabemos que problema tengo. Lo que sí es seguro es que es muy molesto y empiezo a preocuparme un poco. Sergio Daniel y Gabo duermen tranquilamente. Ma. Eugenia se baña velozmente.
Por la ansiedad, pierdo la noción del tiempo. Tal vez sean las 7:00 am. Salimos de la casa, yo manejo la ECO. Voy con la ropa totalmente empapada de sudor.
Decidimos ir a una clínica particular que está a tres calles de la casa. No hay doctor, la enfermera me toma la presión y esta es 120/80. Normal. Me recomienda regresar a la casa y que me chupe un dulce: tal vez es un problema digestivo, dice. El dolor se mantiene, ya no sudo tanto. Hora aproximada 7:30 am, me imagino ahora.
Tomo la decisión de ir a consulta a urgencias de la clínica del IMSS que me corresponde, la 60, en Rancho Alegre. Imagínense.
Quizá cuando llegamos a la clínica sean ya las 7:40 o más; no lo sé.
Desde que llego hasta que me pasan con el doctor de guardia transcurren como unos 10 minutos me dice Ma. Eugenia. Hora probable 7:50.
Me ausculta el doctor, me toma la presión; normal, me oye los latidos del corazón con el estetoscopio y no comenta nada. Tiene cara de ¿Qué tendrá este paciente?. No se le nota muy hábil (intelectualmente). Me inyecta un líquido que no me dice para qué es y me da una pastilla efervescente disuelta en agua. Ahora creo que, seguramente, fué ácido ascetilsalicílico. Me pide que me recueste un rato para ver que efecto tienen las sustancias.
No soporto acostarme, ni sentarme. Empiezo a desesperarme porque la sensación aguda en el pecho no cede absolutamente nada. A veces tiemblo de desesperación o por efecto del malestar, no lo sé a ciencia cierta. Pasan los minutos, no tengo idea de cuantos. Se acerca una enfermera y me pregunta amablemente si siento alguna mejoría, la respuesta es: no, ninguna. Trata de consolarme y me dice que en unos momentos estará el doctor conmigo para ver que se va hacer.
Pasan más minutos. Para este momento, defininitivamente perdí la noción del tiempo.
No tengo idea de cuanto llevo aquí, esperando alguna mejoría. Nadie sabe que tengo con seguridad. Si así fuera, ya hubieran tomado otras acciones. Por momentos me desespero más.
Por fin, se acerca el doctor, la pregunta de cajón ¿cómo se siente?, igual, no mejoro nada. Al ver que la situación es estacionaria decide tomar un electrocardiograma.
El doctor se toma su tiempo para preparar el electrocardiógrafo y colocarme los electrodos. Por fin arranca el impresor a funcionar, la impresión tarda muy poco. El doctor desprende la tira de papel y la observa con cara de extrañeza. Me mira y exclama ¡creo que este aparato no funciona bien!, ¡mejor le voy a dar una tarjeta para la clínica 36 y ahí que le saquen otro electro más confiable!. Vístase mientras le preparo la tarjeta.
Me visto lo más rápido que puedo y voy a recibir la tarjeta prometida. Para concluir me da la última indicación ¡cuando le den el electrocardiograma regresa conmigo!. Le doy las gracias y me retiro rumbo a la clínica 36, el hospital regional. No tengo la menor idea de la hora.
Continúa en la segunda parte. Vean esta liga http://noti-cuft.blogdiario.com/1212780600/.

Saturday, May 19, 2007

Confirmando espectativas

Los acontecimientos más recientes confirman el perfil retrógrado de este gobierno. Como escribí en la entrada anterior la justicia y la educación iban a ser temás complicados y singularmente regresivos.

Encabezar un reclamo de justicia social es peor que secuestrar, asesinar, torturar, envenenar con drogas a la sociedad. Es claro el mensaje. Es mejor para el gobierno tener delincuentes que gentes despertando gentes, es decir lograr que la gente sea consciente de sus derechos sociales.

También por el lado de la libertad de pensamiento tenemos los ataques contra la libre manifestación de las ideas. Ahí están las utlimas batallas mediáticas contra la incorporación de leyes que hagan libres a las mujeres sobre su derecho a decidir sobre su función de continuadoras de la especie, de la forma como se conoce hasta ahora.

Lo peor de todo es que, aunque sea de manera indirecta (y a veces no tanto) este gobierno apoya a gente sin ninguna autoridad moral para opinar, ya no para incidir, sobre los cambios a las leyes. Por ejemplo, Mr. Tanga y Mons. Rivera. Ambos con cola larga que les pisen. Uno, por usar dinero público para fines personales y otro por encubridor de pederastas. Esto por decir lo menos que se ha publicado. La hipocresía como valor de cambio.

El pequeño presidente va con rumbo a un estado tocado por el fascismo. Más, cuando el ejército ahora hace la función de policía.

No hay investigación, Sólo hay venganza. No hay inteligencia. Sólo hay balazos. ¿No hay otra forma de resover los problemas?. ¿Será que todos los delincuentes tienen el dinero escondido como el chino?. Las complicidades empiezan a mostrarse. Ya nos acostumbramos a la matanza diaria. A veces leo el periódico para ver cómo va la cuenta de muertos. Muy grave.