Friday, November 23, 2007

INFARTO AL MIOCARDIO-1a. parte

Jueves 18 de octubre de 2007, 6:45 am, estoy bañado y vestido con la ropa de trabajo y dispuesto para empezar a desayunar. De pronto, un dolor agudo en la zona central del pecho; como un rectángulo horizontal de 10 cm, me doblo ligeramente y empiezo a sudar de manera copiosa. Pasan unos minutos, Ma. Eugenia me ofrece dos sal de uvas y me las tomo. No sabemos que problema tengo. Lo que sí es seguro es que es muy molesto y empiezo a preocuparme un poco. Sergio Daniel y Gabo duermen tranquilamente. Ma. Eugenia se baña velozmente.
Por la ansiedad, pierdo la noción del tiempo. Tal vez sean las 7:00 am. Salimos de la casa, yo manejo la ECO. Voy con la ropa totalmente empapada de sudor.
Decidimos ir a una clínica particular que está a tres calles de la casa. No hay doctor, la enfermera me toma la presión y esta es 120/80. Normal. Me recomienda regresar a la casa y que me chupe un dulce: tal vez es un problema digestivo, dice. El dolor se mantiene, ya no sudo tanto. Hora aproximada 7:30 am, me imagino ahora.
Tomo la decisión de ir a consulta a urgencias de la clínica del IMSS que me corresponde, la 60, en Rancho Alegre. Imagínense.
Quizá cuando llegamos a la clínica sean ya las 7:40 o más; no lo sé.
Desde que llego hasta que me pasan con el doctor de guardia transcurren como unos 10 minutos me dice Ma. Eugenia. Hora probable 7:50.
Me ausculta el doctor, me toma la presión; normal, me oye los latidos del corazón con el estetoscopio y no comenta nada. Tiene cara de ¿Qué tendrá este paciente?. No se le nota muy hábil (intelectualmente). Me inyecta un líquido que no me dice para qué es y me da una pastilla efervescente disuelta en agua. Ahora creo que, seguramente, fué ácido ascetilsalicílico. Me pide que me recueste un rato para ver que efecto tienen las sustancias.
No soporto acostarme, ni sentarme. Empiezo a desesperarme porque la sensación aguda en el pecho no cede absolutamente nada. A veces tiemblo de desesperación o por efecto del malestar, no lo sé a ciencia cierta. Pasan los minutos, no tengo idea de cuantos. Se acerca una enfermera y me pregunta amablemente si siento alguna mejoría, la respuesta es: no, ninguna. Trata de consolarme y me dice que en unos momentos estará el doctor conmigo para ver que se va hacer.
Pasan más minutos. Para este momento, defininitivamente perdí la noción del tiempo.
No tengo idea de cuanto llevo aquí, esperando alguna mejoría. Nadie sabe que tengo con seguridad. Si así fuera, ya hubieran tomado otras acciones. Por momentos me desespero más.
Por fin, se acerca el doctor, la pregunta de cajón ¿cómo se siente?, igual, no mejoro nada. Al ver que la situación es estacionaria decide tomar un electrocardiograma.
El doctor se toma su tiempo para preparar el electrocardiógrafo y colocarme los electrodos. Por fin arranca el impresor a funcionar, la impresión tarda muy poco. El doctor desprende la tira de papel y la observa con cara de extrañeza. Me mira y exclama ¡creo que este aparato no funciona bien!, ¡mejor le voy a dar una tarjeta para la clínica 36 y ahí que le saquen otro electro más confiable!. Vístase mientras le preparo la tarjeta.
Me visto lo más rápido que puedo y voy a recibir la tarjeta prometida. Para concluir me da la última indicación ¡cuando le den el electrocardiograma regresa conmigo!. Le doy las gracias y me retiro rumbo a la clínica 36, el hospital regional. No tengo la menor idea de la hora.
Continúa en la segunda parte. Vean esta liga http://noti-cuft.blogdiario.com/1212780600/.